24 de abril de 2024
24 de abril de 2024

Oscar Araiz es un distinguido director y coreógrafo argentino, considerado uno de los pioneros en la danza contemporánea. Se formó con Dore Hoyer, Renate Schottelius y Élide Locardi. En 1968, creó el Ballet del Teatro San Martín, compañía con la que presentó sus trabajos Symphonia, Magnificat, Romeo y Julieta y La consagración de la primavera. También dirigió los ballets del Teatro Colón, du Grand Théâtre de Ginebra y el del Teatro Argentino de la Plata. Sostuvo actividades independientes bajo el nombre de Ballet de Bolsillo y Compañía Araiz. Entre sus coreografías destacadas se encuentran La noche transfigurada, Fénix, Torito, Stelle, Numen, Boquitas Pintadas y Sueño de una noche de verano.
En junio del 2023, en el marco del ciclo Colón para chicos, se presentó la obra Sueño de una noche de verano en el Teatro Colón bajo la dirección coreográfica y escénica de Oscar Araiz sobre la comedia homónima de William Shakespeare y la música de Felix Mendelssohn.
Las funciones contaron con la dirección musical de Juan Miceli, la reposición de Liliana Martínez, el vestuario de Renata Schussheim y la participación de los alumnos de las carreras de Danza, Academia Orquestal, Artes Escenotécnicas del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón (en adelante ISATC) junto con el Coro de Niños.
La versión de Oscar Araiz se estrenó por primera vez en 1979 para el Ballet Estable del Teatro Colón. Recreada para el Ballet del Grand Thêàtre de Genéve con una versión más compacta que llamó El sueño. Se representó en diversas ocasiones para compañías argentinas como el Ballet del Teatro Argentino de la Plata, el Ballet del Teatro Provincial de Salta, el Ballet Nacional de Sodre y finalmente, por el ISATC en el presente año.
Transcurrida la última puesta, dialogamos con Oscar Araiz sobre su experiencia de transponer la obra de William Shakespeare al lenguaje artístico de la danza académica.
Para comenzar me gustaría que nos hable acerca del proceso de gestación de este proyecto por allá en el 1979. ¿Por qué eligió la obra de Shakespeare? ¿Qué elementos descartó y qué otros tomó en el pasaje de la escritura a la corporalidad y en relación con la música de Felix Mendelssohn?
Aunque soy un lector ferviente y amo la literatura, en el momento de trasponer una pieza literaria al lenguaje escénico recurro al mundo sonoro/musical. Y en algunos casos ese puente resulta el disparador principal. Es el caso de Romeo y Julieta en el que Prokofiev asume el protagonismo. Por eso no sabemos quién es el “verdadero” autor. Confidencialmente, me atrae esa ambigüedad. En los programas de Romeo y Julieta Shakespeare no figura como “autor”. El nombre de W. Shakespeare siempre aparece firmando un epígrafe del título: “Hay que hacer mucho por el odio aquí, y hay mucho más que hacer por el amor” (W. Shakespeare, acto 1, esc. 1).
Las razones han sido explicadas en numerosas notas en las que detallé el proceso al que se llama vulgarmente “inspiración”. La coreografía o puesta escénica me fue disparada por la música que a su vez fue disparada por Shakespeare. Me tomé libertades muy grandes, eliminé irrespetuosamente de la pieza de Shakespeare muchos personajes y situaciones; como el casamiento, existieron tres Julietas en escena, a veces simultáneas, desaparecieron espadas y filtros, y ¡Fray Lorenzo! Por eso, Shakespeare puede ser interpretado como autor, recopilador o interventor y considerarse fundante de un evento con ropaje teatral. Está presente como parte del título.
En el caso de Sueño de una noche de verano sucede algo similar. Mendelssohn me abre la puerta a un mundo menos conceptual, más “corporal” y estilizado, direccionado hacia una especie de abstracción (¿qué otra cosa son la música y la poesía?), se produce una real liberación de la linealidad lógica y de muchos estereotipos y convencionalismos.
¿Cómo conceptualiza su experiencia de transponer la literatura en el ballet?
Sospecho que el concepto no es siempre el punto de partida. Después de “hacer”, de corporizar imágenes, situaciones o emociones vagas, puedo acercarme a un entendimiento sobre el proceso. Este sucede en la oscuridad y se necesita cierta confianza para atravesarlo. Hay que “jugarse”, y en compañía de otros es apasionante.
En segundo lugar, quería preguntarle acerca del fenómeno de la reposición de Sueño de una noche de verano en el encuentro con diversas compañías y diferentes marcos situacionales. ¿Cómo afectan las corporalidades en su propia narrativa coreográfica?
Las corporalidades parecen solo nada más ni menos que un aspecto del individuo, de la “persona”, que a su vez es calificada de “máscara” en la psicología analítica de Jung. No deseo introducirme en zonas tan conceptuales y ajenas, prefiero referirme a mi experiencia personal. Cada intérprete es un cuerpo y sus circunstancias. Aparecen tendencias, sensibilidades, prototipos, arquetipos. Y con cada uno se entretejen miradas, apreciaciones, emociones, interrogantes, dificultades o complicidades.
¿De qué modo vive el encuentro entre un bailarín que se aproxima por primera vez a una obra tan compleja y los rastros emotivos de los bailarines que ya la han trabajado en instancias pasadas?
¿Cuál es, dónde está la “obra”?
Me parece una circunstancia, un accidente, una alineación temporal. Un esqueleto que a veces con suerte vuelve a llenarse de poesía, según innumerables factores, impregnar la memoria emocional o también olvidarse.
Por otra parte, no quería dejar de preguntarle sobre la última puesta del pasado junio 2023 en el Teatro Colón. ¿Qué elementos encontró en la apropiación de los personajes shakesperianos en estas nuevas generaciones argentinas?
Referirme a nuevas generaciones argentinas es un atrevimiento que no puedo sostener. En este caso mi experiencia es particularmente con los alumnos de danza del ISATC y el equipo directivo, técnico, artístico y docente.
La feliz sorpresa de descubrir herramientas con cierto nivel de refinamiento también aparece acompañada de una toma de conciencia sobre los aspectos que, a fines de levantar una construcción escénica determinada, necesitan mayor cuidado y atención. Así aparece el desafío de mantener la entereza personal —un punto muy delicado tratándose de adolescentes— las capacidades de constancia, disciplina, comunicación, confianza.
Hubo que esforzarse como individuos y como grupo en apropiarse de “situaciones” y disminuir las expectativas técnicas tal como se entienden vulgarmente, ya que todas son técnicas: la respiración, la concentración, la atención, la confrontación de los cuerpos y sus expresiones, la observación gestual.
El tema es que no distingo a la danza del universo teatral, por lo tanto, exijo que las miradas sean verosímiles. Nada menos a que me hagan creíble algo que sucede en el marco de una convención. Ese aspecto tuvo que ser practicado, y a veces con un mínimo de palabras, confiando en el juego y la intuición. Y felizmente gracias a la entrega de los alumnos y a la colaboración de maestros, aparecieron resultados gratificantes para todos.
Lo más apasionante fue el proceso, la “cocina”. Shakespeare fue un pretexto, un accidente.
Para finalizar, quería reformular a la inversa la pregunta anterior. Si en el transcurso de su día a día se topó con algún personaje o trama shakesperiana que se haya colado entre ensayos, clases y funciones. Quizás estaba pensando en Puck, algún sustrato inexorable, travieso que enreda y confunde horizontes. Pero también en la luna, como dijo usted alguna vez, “engañosa y mutable”, que deja abierta esa posibilidad de conectar ambos mundos, el de la función, los ensayos y la postfunción en este caso.
Sí, esta reformulación es más amigable.
La conexión es sanadora, reparadora. Aunque sea difícil asegurar si es que nos movemos con materiales frágiles, breves, temporales e intrascendentes, o si en cada uno de nosotros permanece la perversidad de Puck, el orden luminoso formal y clásico de Teseo e Hipólita, la sensualidad de Titania y Oberón, la animalidad de Bottom, la inestabilidad emocional de los amantes, el fantasmático misterio lunar. En esa identificación compasiva se asoma Shakespeare.
No es función de la danza producir comprensión lógica. Las realidades aprehendidas por la estética y la intuición son amplias y generosas.
Crédito de la imagen de portada y de la primera imagen de la entrada: Arnaldo Combarolli

Lucía Mercedes Ferré, estudiante avanzada de la carrera de Letras en la Universidad de Buenos Aires, despliega una trayectoria entre letras y danza clásica. Actualmente, se desempeña como asistente de producción en las obras programadas por el Instituto Superior de Arte del Teatro Colón.
Nació el 8 de julio de 1999, a los 9 años ingresó en la carrera de danza del instituto del Teatro Colón (ISATC). Paralelamente, realizó sus estudios secundarios en la Escuela Superior de Comercio Carlos Pellegrini y en el 2016 recibió una beca para estudiar danza clásica durante un año completo en el Joffrey Ballet School en New York.
Durante su estancia en el extranjero, alcanzó un hito significativo al participar en la interpretación de una pieza del Lago de los Cisnes durante el casamiento de Steve Mnuchin, secretario del Tesoro de Estados Unidos, evento que contó con la presencia del presidente Donald Trump.
De regreso en Buenos Aires, con el propósito de terminar su formación como bailarina en el ISATC ingresó a la carrera de Letras. Este doble enfoque le permitió direccionar su posición sobre la danza clásica desde un eje nacional y transdisciplinar.
Como miembro activa de un grupo de investigación en danza en el Instituto de Artes del Espectáculo de la UBA, Lucía ha destacado no solo por su desempeño académico sino también por su contribución en el ámbito artístico. Ha recibido reconocimiento como estudiante distinguida en la UBA y su participación se extiende del ballet hasta la ópera, colaborando en producciones como Bodas de Aurora, Sueño de una Noche de Verano, Este no es un cuento Silvestre, Baile de Graduados, Alice in Wonderland, Canciones Desilhachadas y Talleres Coreográficos en el Teatro Colón. Además, ha compartido su voz literaria a través de breves poemas publicados en la revista literaria de la carrera de letras Por el camino de Puan. Sus trabajos académicos y artísticos reflejan su firme propósito, unir los universos de la danza y la literatura.