22 de mayo de 2025
22 de mayo de 2025

El tiempo suspendido, Josefina Arcioni. Halley Ediciones, 2024
Hay muchas formas de viajar. Cargar una mochila con algunas cosas y subirse a un avión con una amiga y sin boleto de vuelta es una de ellas. Ese viaje con pocas planificaciones borra cualquier limitación y habilita todo tipo de encuentros. Un viaje así es el que da vida a los poemas de El tiempo suspendido, el primer poemario de Josefina Arcioni.
El libro se divide en cuatro partes. Cada una de ellas recoge un elemento distinto de la experiencia del viaje: lugares, seres, andares y saberes.
Como anticipa la ilustración de la portada, los lugares son diferentes puntos de América Latina: Cuba, México, Guatemala, Ecuador. Muchos de los poemas de la primera parte refieren a algunas ciudades de esos países y nos ofrecen un acercamiento a esos espacios.
Pero la mirada de Josefina Arcioni no contempla de manera pasiva la superficie de las ciudades: las atraviesa. Como si no tuviese apuro, como si observara con paciencia los lugares hasta descubrir qué es lo que realmente son y qué es lo que se oculta en ellos, la mirada de Josefina Arcioni logra capturar las marcas del tiempo. Se trata de una mirada que a pesar de estar en un “bar con música en vivo”, propone detenerse “no ahí sino arriba/en el techo que no miramos”. Expande la mirada hacia afuera, descubre “la mentira/el hambre acá al lado/ y el silencio asfixiando las piedras/ de las ruinas dormidas”. De esta manera, puede dar cuenta de un presente ignorado, la realidad social de los lugares que observa, y también, de un pasado olvidado, silenciado.
Ese pasado deja de estar silenciado cuando se nombra en el poema. La historia de América Latina permanece latente y El tiempo suspendido la recupera: “la ciudad se tuerce/ se quiebra se hunde/ esconde en su nombre la promesa/ de ser otra vez agua/ espina/ y luna”. La naturaleza cobra protagonismo y vuelve a colocarse en un lugar fundacional.
En la segunda parte, se mencionan algunas historias de los habitantes de estas ciudades, pero también se incluyen a los animales: el alacrán negro, los buitres, los cangrejos. Los andares de la tercera parte aluden a distintos momentos y situaciones del transcurso del viaje. Y la última parte reúne poemas que indagan sobre determinados saberes, afirman pero también cuestionan o abren interrogantes: “qué sabemos/ de todo eso que decimos/ saber”.
Si algo nos muestra El tiempo suspendido es la profunda revelación de que el mundo nunca se acaba y de qué existen otras realidades. Pese a las diferencias, existen maneras de crear lazos, hay que “mezclarse entre la gente o intentarlo”: recibir, compartir, agradecer. El tiempo suspendido despierta ese deseo de cruzar las fronteras. Y que América termine de abrir sus ojos porque “las ciudades son todas una misma ciudad/ infinita”.

Micaela Torterolo es profesora en Letras por la Universidad de Buenos Aires y actualmente continúa estudiando para obtener la licenciatura. Vive en Florencio Varela, zona sur del conurbano bonaerense. Trabaja como docente en el nivel secundario. Lee y escribe desde la adolescencia. Publicó dos poemarios, de la mano de Halley Ediciones: Manifestaciones de la ausencia (2023) y Cristálida (2024). También escribe cuentos y realiza todo tipo de actividades que le permitan escapar de la rutina: desde aprender guitarra o hacer teatro hasta viajar e internarse por unos días en la naturaleza, en medio de las montañas, frente una laguna.