3 de julio de 2025
3 de julio de 2025

Rapsoda, Lucas Soares. Mansalva, 2024
Un vendaval, una impresora, un viejo rapsoda y una cita del filósofo romano Lucrecio. El último libro de Lucas Soares empieza trenzando imágenes que se irán reelaborando a cada página y a cada lectura. Lo primero que anoto es que inicia con un “Proemio”, sección inicial de los poemas épicos clásicos donde se mencionaba la temática de la obra, y que un rapsoda era el recitador de este tipo de cantos en la antigua Grecia.
Soares (Buenos Aires, 1974) es Doctor en Filosofía y Profesor Adjunto de Historia de la Filosofía Antigua en la UBA. Ha publicado diez libros de poesía y Rapsoda es el tercero con Mansalva. La obra de Soares toma forma conjugando estas dos facetas, en el diálogo constante entre la cotidianidad contemporánea y la antigüedad clásica, la autobiografía y la poesía ficcional.
Rapsoda es un poema narrativo en seis partes. Sus personajes son el viejo rapsoda y un oyente (sin el que la obra poética no puede completarse). El recitado del viejo rapsoda se narra en poemas breves que llenan de sentido la cita inicial. Todo el libro es “una variación del concepto lucreciano de clinamen, lo que se desvía, lo que se inclina”, dice Silvio Mattoni en la contratapa. El clinamen es el nombre latino que dio Lucrecio a la desviación impredecible que sufren los átomos, idea que recupera del filósofo griego Epicuro, quien vivió unos trescientos años antes.
Esta propuesta es una solución al problema del libre albedrío: si todo tiene una causa directa, se asoma el fantasma del determinismo. Las palabras, como átomos, caen pesadas en línea recta, pero el recitado del viejo rapsoda permite desviaciones: “alborotadas en un rayo de sol / que cruza un cuarto en penumbras / así chocan y rebotan las palabras / en el recitado del viejo rapsoda”. La poesía vive en el recitado de estas palabras-átomo, en el tono que otorga un sentido imposible en el vacío; que también permite el recitado interior de quien lee en silencio.
Una serie de imágenes nítidas constituyen “Los simulacros”, la tercera parte del poema. Busco “simulacro” en el diccionario: reproducción ficticia o apariencia. En este caso, aquello que se desprende del poema y llega al oyente: la imagen recurrente del mar, un televisor, o las formas en que distintos animales cruzan la ruta. Fotogramas hechos a medida para conformar una unidad emocional.
Hacia el final, “el viejo rapsoda se hizo / una resonancia magnética”. ¿Y qué resuena del magnetismo, qué resuena de los átomos en Lucrecio? ¿Qué resuena de las palabras-átomo en el Rapsoda? La respuesta son “Las pinturas”, que rematan este encaje tejido con agujas; cuadros se arman con las palabras que el rapsoda no pudo pronunciar.
Rapsoda es una obra que no solo permite, sino que invita a la relectura y al descubrimiento de sus elementos internos e intertextualidades. Cada visita al viejo rapsoda será una desviación posible, una mirada creativa del lector que conversa con el poema.

Giovanna Cirianni nació en la Ciudad de México en 1999 y reside en Buenos Aires desde 2018. Es licenciada y profesora en Letras (UBA) y técnica Superior en Danza Clásica (ENDCC). Fundó el colectivo Human Dancing y colaboró con la Cátedra Extraordinaria Gloria Contreras (UNAM). Organizó el ciclo de poesía Vates Retro, que explora los cruces entre misticismo y distintas expresiones artísticas. Colabora como periodista cultural en medios independientes y es parte del grupo Filosofía del Futuro. En 2024 fue parte del Laboratorio de Jóvenes Periodistas del Teatro Nacional Cervantes.