5 de junio de 2025

5 de junio de 2025

Once tesis (y antítesis) sobre la escritura de ficción, Guillermo Martínez. Paidós, 2024

Siempre nos vamos a preguntar si es posible aprender a escribir literatura —o también si es posible que alguien le enseñe a otro a escribir—, ya sea en talleres, con la práctica o, a la manera de los escritores renacentistas (y luego barrocos): imitando (y luego inventando). Esa misma cuestión se plantea Guillermo Martínez en este libro. Hay técnicas que por supuesto son enseñables. Muchas trilladas y agotadas, pero enseñables al fin. Hay, por otro lado, procedimientos que no parecen serlo y eso, me parece, es lo que siempre otorgará a la literatura (y a la escritura, ¿por qué no?) su carácter de abierta.

La idea de tesis y antítesis es, a este caso, un reflejo de esta apertura permanente; y es lo que hará —siempre y cuando alguien lea y escriba— que la literatura no acabe. No hay que confundir las tesis que propone Martínez con consejos (aunque los hay) ni con ejercicios de dinámica de taller (aunque los pueda llegar a haber también), sino con lecturas que el autor ha hecho a lo largo de su carrera, tanto de otros como de sí mismo. Y eso es lo que encuentro más interesante del libro: las lecturas de un escritor (que, como cualquier persona, primero fue lector).

De este interés se desprenden dos aspectos a señalar. En primer lugar, siempre resulta agradable saber cómo lee otra persona, a quiénes lee y en qué se fija. Todo esto dependerá del lugar desde el cual se lea (por eso también es posible, como es mi caso en algunos momentos, no estar de acuerdo con algunas lecturas o enfoques del autor). El recorte que hace Martínez para argumentar sus tesis —y también contraargumentarlas— es de lo más variado: desde Borges hasta Patricia Highsmith, pasando por Henry James, Liliana Heker, Elvio Gandolfo o Abelardo Castillo. Estos autores configuran el mapa de un lector que luego no pensará en ellos sólo como tal, sino también como escritor.

Este es el segundo aspecto a destacar: Guillermo Martínez lee a cada escritor para pensar la escritura de ficción. No es la crítica ni el ensayo ni el periodismo (si aún existe alguno de estos géneros), sino la ficción. Se lee desde el trabajo de la escritura con una metodología que corresponde con el oficio: pensar desde qué lugares se puede seguir escribiendo. Qué queda todavía por enseñar (y por escribir).

Es lo suficientemente viejo como para decir que nació el siglo pasado. Reparte su tiempo en aulas de escuela media, en recorrer librerías de usados y en enojarse cuando pierde al ajedrez. Le gusta tomar whisky; aunque sólo tomarlo, la bebida en sí le parece asquerosa.