13 de febrero de 2025

13 de febrero de 2025

Martín.

¿Qué pasa? 

¿Vos escuchaste algo? 

No. ¿Vos? 

No. Yo tampoco. 

Silencio. 

¿Martín? 

¿Sí? 

Nada, quería saber si estabas despierto. 

Sí. ¿Qué pasa? 

Tengo miedo. 

Yo también, Nico. Pero seguro vuelve rapidísimo. 

Se fue hace un rato ya. 

Sí. 

¿Por qué no vuelve? 

No sé. Dijo que nos durmamos después de comer. 

No me puedo dormir. 

Seguro que mañana cuando nos levantemos ya va a haber vuelto. 

¿Me lo prometés? 

Seguro, Nico. Tenemos que confiar en mamá. 

Bueno. Voy a dormir. 

Dale. 

Martín.

Acabás de decir que te ibas a dormir. 

Lo intenté pero no pude. 

No pasaron ni diez minutos. 

¿Vos no ves algo por la ventana? 

Mmm… no veo a nadie afuera. Está todo oscuro. 

¿No viene? 

No, Nico, no la veo. 

¿Y ahora? 

Ya me tapé de nuevo. 

Dale, fijate. 

No voy a mirar. 

Ojalá yo fuera el más grande. 

Así tendría la cama de esa pared y podría mirar por la ventana si viene. 

Si fueras más grande, te dormirías. 

Vos también estás despierto. 

Es que no me dejás dormir. 

¿No tenés miedo de que mamá no vuelva? 

Sí. Pero igual te tengo que cuidar a vos. 

¿Puedo dormir con vos? 

No. 

Me da miedo dormir solo del lado de la puerta. ¿No podemos cambiar? 

No. 

Dale. Así yo puedo mirar por la ventana y vos dormís. 

No se ve nada afuera, está muy oscuro. 

Igual. Si mamá llega, va a prender la luz. 

No. A mí también me da miedo dormir de ese lado.

Vos también sos re miedoso. 

Callate. Soy más valiente que vos. 

¿Me contás algo? 

¿Qué querés que te cuente? 

Esa historia de cuando era chico y me escondí y no me encontraban. 

Ya te la contamos mil veces. 

Estábamos jugando en el patio, en la casa de la abuela. Viste que es re grande el patio, con la huerta y los árboles. Yo tenía cinco y vos tenías tres. Y nos pusimos a jugar a las escondidas. Mamá nos había dicho que volviéramos a la hora de tomar la leche. 

¿Te acordás? 

No, no me acuerdo de nada. 

Bueno. 

Entonces mamá nos estaba esperando porque ya habían empezado los dibujitos. Como no fuimos, me llamó y yo salí de la cucha de la Negra, donde me había escondido para que no me encuentres. Ahí me dijo que te busque y yo te empecé a llamar. No venías, y no te veía por ningún lado. Me acuerdo que la Negra vino conmigo, iba dando saltitos y oliendo todo. Te busqué en la huerta, en la cucha de la Negra, atrás del auto, abajo de la mesa de taller del abuelo. Y no aparecías. 

¿Y qué pasó? 

Al final la Negra te encontró. Vos creías que yo estaba contando, y al final nos habíamos escondido los dos y nadie contaba. Estabas atrás de la puerta del cuartito del fondo. Menos mal que no te acordás, porque mamá nos gritó porque estaba asustada y nos perdimos la hora de los dibujitos. 

¿Y la Negra no la podrá encontrar a mamá también? 

No creo. La Negra está en lo de los abuelos y no conoce nuestro barrio. 

¿Y Chocho, el perro de la vecina? 

No sé si la señora Dora nos lo preste. Igual no podemos ir a buscarlo ahora tampoco.

Hay que esperar a que vuelva. Ya va a llegar. 

Está bien. 

Silencio

…igual me pregunto qué pasa si no viene. 

No te preocupes. Vos sabés hacer el desayuno. 

Sí, pero no me sé bien el camino a la escuela. 

Le podemos preguntar a la señora Dora. 

Es verdad. 

Igual mamá no nos deja prender las hornallas. ¿Cómo vamos a cocinar? 

No sé. Podemos pedirle a la abuela que nos haga fideos con salsa. 

¿Y cómo la llamamos a la abuela? ¿Vos te sabés el número? 

No, pero acá en el celular está guardado. 

Ah bueno. ¿Tenés tu celular ahí? 

Sí. Mamá me dijo que por esta noche lo deje en mi mesa de luz, 

ya que ella vuelve tarde. 

¿Y por qué no la llamás y le preguntás dónde está? 

Tenés razón. Esperá que busco su contacto. 

Ya son las tres de la mañana.

 Es re tarde. 

Esperá que está sonando. 

¿Y? 

Callate que si contesta no la escucho. Todavía no atiende. Está tardando mucho. Probá llamar de nuevo. 

Bueno. 

¿Y? 

Atendió. 

¿Mamá? ¿Dónde estás? 

No me responde pero la escucho. Se escuchan… gritos. 

Poné el altavoz. 

Esa es la voz de mamá. Está gritando. Le pasa algo 

Martín, la están lastimando, ¡grita muy fuerte!

¡¿Mamá?! ¡¿Mamá qué pasa?! ¡¿Dónde estás?! 

Tengo miedo, Martín. Quiero que vuelva a casa. 

¡¿Mamá?! Decí algo por favor, por favor… 

¡Llamá a la policía Martín! Como en la tele, al 911. 

¿Y si le corto a mamá y nunca nos vuelve a atender? 

Se escucha otra voz. Hay un señor ahí. Llamá a la señora Dora. 

Los gritos se atenuaron y la voz grave de un hombre se escuchó en toda la habitación a través del altavoz del celular. 

Qué desobedientes, chicos. A esta hora, los nenes buenos deberían estar durmiendo.

 19/08/22

Estudiante de Letras. Escribe e imagina desde que tiene memoria. Apasionada lectora de todo lo que llega a sus manos. Escribió cuentos que forman parte de antologías: “Historia de un amor” para San Miguel en poesías y cuentos, con el que recibió un segundo lugar en Olimpiadas; y “Chiquero” para Cruces vitales: reimaginar lo viviente. Siempre está metida en mil proyectos.