11 de septiembre de 2025

11 de septiembre de 2025

Accidentes

Escribir quise algo y pensé en esa curva divina

que a la diosa retrata en su rostro, su mirar, sus formas…

mas los cielos, cruëles, nublaron las sagradas normas

de los versos de mi impura alma que peca de altiva.

 

Me permite el Olimpo nefando guardar el recuerdo

en mis manos, mis labios, mi piel, de su sacra impostura

y sus manos, sus labios, su piel en mi alma configuran

un arcano que creo imposible y la cordura pierdo

 

Y demente, no obstante, pretendía escribir un verso

porque quiso estar entre mis brazos en mortal figura,

y su boca posar en la mía y su hermosa cintura

 

se convierta en papiro en mis manos, novísimo y terso

sobre el cual describir la pasión en la que estoy inmerso…

¡Malhadado! ¡Me puse a escribir y se partió la pluma!


Dadivosos

El Dragón, retornando del Sur, me fue muy generoso,

pues no solo me dio una bebida, abundante alimento

y descanso, sino que, además, al lado de mi asiento

me dispuso a dos bellas ninfas de rostro precioso.

 

Una de ellas –yo leía del Dantede mi risa rió

mientras enamorada charlaba con su novio ignoto.

Su asiento ocupó una rubia cuando ella bajó

quien, divina, aguantó el requerir amoroso de un croto.

 

Estallamos en sonora risa que impacto produjo

inclusive al Dragón, que emitió un sonoro rugido

y nos hizo reír más aún. Era dulce el sonido

 

y hacia Arriba el sutil carcajear desprendido condujo.

Es por eso que en el Alto Cielo ha sido bendecido,

pues su bien no se limitó a mí: a todos fue su influjo.


Dilema teológico

Hay tal plétora de credos en el bosque

donde otrora residiera San Benito

que no me sorprendería que me enrosque

con cualquier tendencia que fuera delito.

 

Allá abajo el Enemigo oyó mi duda

y envió raudo hacia la angosta calle Uriarte

una niña harto divina en su hermosura

digna toda ella de magna obra de arte.

 

Me perdí entre los vaivenes de su pelo

y en su sonrisa conté diez mil colores

mientras la veía bailar y alzar el vuelo

y solo esquivaba gente. Los dolores

 

alcanzaron toda mi alma al darme cuenta

que llevaba la audaz marca de Mormón.

Y mi ser todo completo se lamenta

y la pena se arraigó en mi corazón.

 

Comprendí así a las vanas tentaciones,

y comprendí la fuerza del deseo…

pero la mente es libre en sus creaciones

y al Amor no le interesa en qué Dios creo.


Gloria

«Te llegará la gloria cuando viejo»

dijo la Musa y me pateó la nuca.

Airado respondíle: «Ves muy lejos.

Jamás tenté de aquello ir en la busca».

 

«Aleja de tu mente el cruel oficio

de repensar de más cualquier evento.

El dolor que hoy llegó lo lleva el viento…

plantarlo en tu interior te embota el juicio.

 

La paz del alma es meta inalcanzable

que todas las angustias desanuda

y sólo el tiempo cruel, inexorable

 

otorga la presea que dio a Buda.

¡Ten paciencia, Vampiro, y deja que hable

la calma que hay en tí tu fama incuba!».

Roberto Jesús Sayar (Haedo, Argentina) es Licenciado y Profesor de Enseñanza Media y Superior en Letras (FFyL—UBA); Diplomado Universitario en Asuntos Docentes (UM) y magistrando (Literaturas Comparadas [FaHCE—UNLP]. Ha publicado dieciséis capítulos de libros, dos traducciones y dieciocho artículos sobre temas de su especialidad, que giran, por un lado, en torno al eje de la exégesis bíblica en la serie de textos de los Macabeos y por el otro en las relaciones que pueden rastrearse entre la cultura clásica y los textos literarios nipones.