1 de mayo de 2024
1 de mayo de 2024
La Feria Internacional del Libro de Buenos Aires es un espacio de encuentro de cultura y, en especial, de literatura. Por su parte, las Jornadas Profesionales organizadas por la Fundación El Libro invitan a quienes sostienen el mundo editorial, como bibliotecarios, editores, escritores y otras ramas, para que se encuentren en este espacio de diálogo. Entre la amplia variedad de mesas redondas disponibles durante las Jornadas, decidimos acercarnos a aquellas que nos permitieran ampliar nuestras perspectivas sobre el libro, y presenciar el diálogo entre distintos actores implicados en la producción editorial y su sostenimiento.
La mesa redonda titulada «¿Qué políticas tenemos?, ¿qué políticas necesitamos? Una conversación en torno al plan para el fortalecimiento del libro y la lectura de la Provincia de Buenos Aires» estuvo a cargo de Facundo Abalo (Director de la editorial de la UNLP), Alejandro Dujovne (sociólogo que participa en el diseño y evaluación de proyectos de ley o políticas públicas relacionadas con la industria editorial), Inés Kreplak (escritora y fundadora de la primera Biblioteca al Paso) y Julia Bustos (librera y docente en capacitación de libreros). Allí, se abordó las políticas públicas en torno al libro y, en particular, el Plan Bonaerense de Fortalecimiento del Libro y la Lectura que fue puesto en circulación en marzo del 2023.
La mesa inició con un interrogante que se abre desde el campo político: ¿qué condiciones debe haber para la eficacia de una política o proyecto? A modo de reflexión, se explicó que debe considerarse una arquitectura institucional que pueda llevar a cabo una política del libro, y que en realidad no hay un sector destinado concretamente a este tipo de política ni los recursos necesarios.
La mesa inició con un interrogante que se abre desde el campo político: ¿qué condiciones debe haber para la eficacia de una política o proyecto?
Pese a esta falta de estructura pública que pueda sostener proyectos culturales en torno al libro, en el 2023 se logró impulsar y lanzar el Plan Bonaerense de Fortalecimiento del Libro y la Lectura que se propone pensar en una identidad bonaerense, identidad en sí misma fragmentaria. El interés particular de esta propuesta es la recuperación de tal identidad, para lo cual hay distintos factores que son necesarios: primero, que estos bienes culturales estén al alcance de todos, por lo que es indispensable ponerlos a disposición y generar instancias para su adquisición. Un ejemplo serían las herramientas de lectura y los capitales necesarios para comprar recursos para bibliotecas, centros culturales y casas de abrigo.
Por otra parte, la mesa se interrogó sobre quiénes son esos herederos letrados del libro. Esta pregunta articula una tensión entre la herencia cultural y la propuesta de este proyecto de volver accesible la cultura que se vive y que incluso se percibe (tanto en el 2023 como en la actualidad) como la de unos pocos. Tal abordaje implica un encuentro, una visibilización de esas lecturas y escrituras con la sociedad en general. Incluso implica hacer foco en la circulación de los libros de editoriales independientes, las capacitaciones, talleres de lectura y escritura y la creación de bibliotecas populares.
A partir de la pregunta de Kreplak: ¿cómo hacer políticas útiles y ejecutables en relación al libro?, surgió el programa para asistencia a ferias y feriantes. El objetivo es una mayor convocatoria y bibliodiversidad. Este programa intenta articular localidades y generar condiciones para la impulsión de festivales en aquellos lugares que no existe ningún tipo de espacio cultural. En la misma línea, el proyecto pretende conformar bibliotecas que sean entregadas en conjunto con los planes de vivienda, de forma que cada una de las casas cuente con un mínimo de libros.
A su vez, Julia Bustos desarrolló la Escuela de libreras y libreros con el fin de brindar conocimientos que ayuden a mejorar el rendimiento de su trabajo. Julia llama a no dejar de pensar a los libreros desde un lugar de base para el funcionamiento del mundo editorial: son actores fundamentales y divulgadores de la cultura escrita. Para ella ser librero es un oficio cultural y su rol debe tener mayor relevancia en el mundo del libro.
¿Y cuál es la relevancia de todos los proyectos formulados? Ante la problemática de que al interior de la provincia no llegan las medianas o pequeñas editoriales, las ferias ayudarían a acercar y a generar lazos entre editoriales y provincias. Así también las librerías, gracias a los subsidios, pueden comprar libros de editoriales independientes aun cuando sus precios difícilmente compitan con los de las grandes industrias. En definitiva, una alianza entre editoriales y librerías es crucial para una circulación renovada y amplia de los libros. Esto implica una responsabilidad sobre lo que se vende en las librerías, sobre la calidad que se les brinda a los lectores y la responsabilidad cultural del librero.
Pero las políticas públicas no son las únicas que mueven el mundo del libro. La pata empresarial trae discusiones aún mayores y advierten serias emergencias. En la mesa «La industria editorial ante la encrucijada del papel: una discusión urgente», Raquel Franco (directora de Pequeño editor), Javier López Llovet (director general de Penguin Random House) y Sebastián Rodríguez Mora (periodista y escritor en Revista Crisis) se reunieron para hablar sobre una dimensión del libro que es tan indispensable como compleja: la editorial como negocio y la materialidad del libro.
Pero las políticas públicas no son las únicas que mueven el mundo del libro. La pata empresarial trae discusiones aún mayores y advierten serias emergencias.
No falta papel. Papel hay en todos lados. ¿Con qué agarramos la pizza o con qué escribimos diariamente? ¿Y con qué envolvemos los regalos? ¿Qué bolsas se usan para el reemplazo del plástico? Papel hay, dicen las industrias de celulosa. Es “solo” que las industrias editoriales no se manejan bien. Este es el planteo que ha rondado al inicio de esta mesa. Pero requiere algunas explicaciones y contracaras que los participantes han intentado aclarar a lo largo de esta exposición.
En diciembre del 2022, se calculó un 110 % de inflación en nuestro país, lo cual afectó no solo a la industria del papel. Sin embargo, las empresas de celulosa en el país forman un oligopolio, como advierten los integrantes de esta mesa. Y esto no es poco, la relación de las editoriales con estas empresas tiene diversas interferencias, solo hay diálogo indirecto con los productores de papel. Por lo tanto, queda una pregunta que es imprescindible que aparezca en la discusión sobre la producción de libros: ¿la regulación depende solo de lógicas estatales o todo el sector editorial, en relación al de celulosa, debe empezar a pensarse distinto?
Hay algo que debe quedar en claro: la materialidad del libro también es su contenido. Afecta directamente a cómo será el producto final, es decir, el libro terminado. Raquel Franco, directora de Pequeño editor —una premiada editorial infantil argentina—, invitó a reflexionar sobre la producción de libros infantiles. A modo de ejemplo, el papel que utilizan en su editorial es papel importado de Chile. No se produce nacionalmente el papel con las características necesarias para los libros infantiles (cartoné grueso, de trescientos gramos, que resista el uso de bebés, impreso especialmente con tinta no tóxica y con redondeo de los bordes).
Ahora bien, la crisis del papel estaba (y sigue) ocurriendo a nivel mundial, y es en sí misma un hecho, aún cuando las grandes empresas culpan a la mala organización de las editoriales. En enero del 2022, el papel valía 2,89 dólares, en mayo aumentó a 3 dólares, pero en septiembre el precio había subido a 6. Para enero del 2023, el valor del papel estaba en 6,96 dólares. Considerando, además, la mencionada inflación en Argentina, la industria editorial nacional (y la del papel en general) se vio sumamente afectada con un incremento del 300 % en el papel de ilustración en mayo del 2023. Pero hay otro gran problema que conllevó este aumento. Este precio no era trasladable al comprador final. A modo de breve aclaración, no es menor recordar que la percepción del valor de un producto y, en especial, del libro afecta también a la industria. Los consumidores dejan de comprar si creen que están pagando un precio mucho mayor al que le corresponde verdaderamente al ejemplar. A fin de cuentas, muchos lectores desconocen las implicancias detrás del libro: el precio del papel en dólares, la falta de oferta en celulosa, la necesidad de que las cartulinas y papeles cumplan ciertas condiciones, entre otros.
¿Cómo puede manejar la industria editorial un aumento que no puede traspasar al producto final? La venta a largo plazo surge como respuesta. Se cobran los libros ya vendidos a tres meses, al precio de cuando fueron dejados en las librerías. Es decir, la inflación de ese tiempo se come parte del dinero que llega finalmente a manos de la editorial. Como es de esperar, los participantes de la mesa denunciaron que hay una gran pérdida en las distintas capacidades editoriales a raíz de este problema. Por todo lo anterior, los libros en Argentina son más caros a nivel internacional. Las pequeñas editoriales tienen poca o nula capacidad de internacionalizar sus productos, aun si son libros reconocidos o ganadores de premios.
Pero esto no es todo: a mayor precio del libro, menor es la capacidad de acceso y lectura a él. Esto implica que menos familias y escuelas, entre otros, pueden acceder a ellos. En consecuencia, aumenta la desprotección a la industria en relación a la educación y el desarrollo infantil y social.
Volviendo a la crisis global del papel, al que debe sumarse el costo de su transporte, hay otra posible perspectiva desde la que mirarse: no hubo suficiente inversión en la producción digital y hoy hay mayor demanda del libro en papel. A su vez, el aumento del packaging en la pandemia hizo que el papel se destinara al embalaje, por lo cual las papeleras dejaron de producir en cantidad para las impresiones.
Ahora bien, podríamos preguntarnos cuál es el porcentaje del costo del papel en el precio final de un libro. El valor del papel representa entre un 7 % y un 10 % del costo final de un ejemplar. Sin embargo, como subrayaban los participantes de la mesa, sí es una catástrofe no tener el papel. En el caso de Penguin Random House, el precio de compra del papel el precio de compra del papel subió un 135% en 2022 y solo se trasladó entre el 80 % y el 85 % al precio del libro.
En mayo del 2023, el precio del papel se encontró en baja. Pero esto no soluciona las dificultades en torno a esta problemática. Aún si se quisiera comprar más papel, el almacenamiento del mismo implica una complejidad particular, ya que los lugares de depósito deben tener ciertas características en cuanto a humedad, a cuidados para que no se arrugue, rompa, comprima, entre otros.
¿Qué medidas son las apropiadas ante esta situación? En la mesa han rondado dos caminos complejos: la necesidad de apertura urgente del oligopolio de la celulosa y la apertura de la importación (que, ante la inflación y los precios en dólares, se encontraba sumamente baja ya durante el 2023). Estas medidas implican un pensamiento y planificación a mediano plazo, aunque los participantes de la mesa reconocieron que era poco posible abrir la industria y el mercado internacional en los próximos años (cabe preguntarnos: ¿cómo se han modificado esas posibilidades en el 2024 con las nuevas políticas económicas?). La desprotección política a la industria nacional ya presente en el 2023 y agravada por la crisis económica en la actualidad impide la creación de una posible producción de celulosa, además de un sistema a medio-largo plazo que dé sentido y valor a ese papel.
Ante tanta incertidumbre respecto al futuro, habrá que ver qué proyectos políticos y planes de fortalecimiento están aún en pie en el 2024, con qué medidas se puede contar actualmente para mantener a flote el mercado editorial, librero y bibliotecario. Después de todo, en tiempos de dificultades económicas, sería interesante encontrar una dinámica colaborativa entre las partes que subsisten de la producción y venta de libros, con un rol activo desde lo estatal, pero también entre librerías, editoriales pequeñas y grandes. Esperemos que estos temas sigan siendo agenda en las Jornadas Profesionales de la Feria del Libro.
Crédito de la imagen: Karen Medina
Estudiante de Letras. Escribe e imagina desde que tiene memoria. Apasionada lectora de todo lo que llega a sus manos. Escribió cuentos que forman parte de antologías: “Historia de un amor” para San Miguel en poesías y cuentos, con el que recibió un segundo lugar en Olimpiadas; y “Chiquero” para Cruces vitales: reimaginar lo viviente. Siempre está metida en mil proyectos.